Friday, July 21, 2006
Fuga

Fuga
Una película para olvidar
A corto andar te puedes dar cuenta que la película esta bien hecha, pero que de pronto es lo mismo que decir que tenía un tremendo presupuesto o que tenía a los mejores actores de telenovelas chilenas o, a los únicos que hacen telenovelas en Chile, en fin nada del otro mundo en nuestra escena cultural tan reiterativa y de lentísimo recambio. Cómo para comprobar estos dichos nos podemos fijar en el elenco de compañía de Benjamín Vicuña que incluye a la mismísima ministra de cultura, pero lamentablemente en un papel decorativo y nada decidor de todo el talento que pertenece a la Paulina Urrutia actriz, todo su aporte en el papel de interprete musical clásico es jalarse tremenda raya de coca y arrastrar por todos lados el estuche vacío de su instrumento. Así lo mismo con la larga lista de talentos convocados a inflar de pompa a “una actuación más del actor de moda”. Noguera no puede seguir haciendo lo mismo en cada papel, o es el alcalde de Sucupira o el patriarca Mercader de Machos.
1.200 millón US$
Suman y siguen los excesos de preciosos y caros recursos mal utilizados y también los excesos de pobreza argumentativa para enganchar al público. El matiz de opulencia en dólares se sigue viendo en el reparto con el argentino Gastón Pauls en el rol de Ricardo Coppa y continúan con el equipo de realizadores que incluye a Miguel Joan Littin en la dirección de Fotografía y a su hermana Cristina Littin en la Producción Ejecutiva. Cave señalar que tener a todos éstos en una película no es un pecado, todo lo contrario, la culpa es otra. Esta magna reunión de talentos y recursos no produce lo que se espera, pues la película finalmente no logra alcanzar la propuesta inicial que es emocionar a través de la música y el talento de un joven compositor marcado por el humano drama de la locura. Tampoco la incansable búsqueda que realiza Coppa es el motor del confuso argumento. No obstante no podemos negar que el público logra instantes de goce, pero con argumentos demasiado básicos como las escenas de la aplicación del electroshock al jovencito de la película o el saco de palabras groseras y chilenismos que ayudan a distender provocando la risa fácil pero que aparecen gratuitamente y descontextualizadas en demasiados diálogos de los distintos personajes. Y seguiría con los pianos destruidos pero me parece demasiado y además me trae aburridos recuerdos de los Dukes de Hazzard y la moda gringa de destruir cientos de autos para tratar de darle peso a sus series y películas absurdas.
Fuga para olvidar
Shine o Claro Oscuro del director Scott Hicks con Geoffrey Rush interpretando magistralmente la vida del pianista David Helfgott es una pelíacula para recordar. Fuga con toda su parafernalia es una película para olvidar no solo por ser aburrida y confusa sino por que cae en nuestra última moda que es copiarlo todo, completamente o por partes. Le tenemos una parte de algún film de un compositor loco, otra parte de una película de manicomio de las que esta lleno el cine y donde siempre el loco se golpea la cabeza con una mano. Otra parte para caricaturizar a la ya tan caricariturizada clase política, sus prioridades y oscuridades, pero mal hecho, toda una pena ya que el director tiene la oportunidad de hablar desde la profundidad del recalcitrante mundo de la política chilena que él ha visto de cerca, y no para hablar de su familia pero si del espectro que ha rodeado a su núcleo desde siempre, una oportunidad que no la tienen todos los creadores, por lo tanto si no quiere hacerlo bien, mejor que no lo haga. Parece un auto armado por partes con una especie de Indiana Jones que hurga el pasado, un homosexual que es la salvación de las actuaciones aunque Jony Deep hizo algo parecido, ah y se me olvidaba todo en una costosa coctelera donde se da el toque final con sangre y algunos escandalosos crímenes para amenizar trillerientamente el cuento.
Copiar lo bueno
Por último y para no quedarnos solo en la crítica. Si de música, de genialidad, de pianos y orquestas se trata insistiría con Shine (Claro Oscuro), O El Pianista de Polanski con Adrien Brody en el papel del destacado Wladyslaw Szpilman. U otro pianista del que no conozco película, pero si un interesante libro titulado también El Pianista de Vasquez Montalbán, donde la genialidad musical y el arte en general están íntimamente relacionados con el compromiso por una nación que caerá en las asesinas manos del fascismo franquista.
Esta última historia la incluyo para apelar a la postura democrática y contraría a las barbaries cometidas en los tiempos de la dictadura chilena, de la que dice ser parte el director de esta película, Pablo Larraín y todos aquellos creadores que hoy se reconocen como detractores de las masacres cometidas. De esta manera hago un llamado a seguir apostando a un cine hecho con los mejores recursos, pero esta vez buscando historias con contenido, lo más lejano posible de lo insípido que resulta ser la vida del compositor Montalbán. Así, con recursos y si queremos copiar, pues copiemos lo bueno, pero del espíritu que en este sentido abunda en los trabajos de Polanski, Scott Hicks o de Vasquez Montalbán, personajes de historias potentes que dicho sea de paso guardan similares componentes de genialidad y drama que la historia de vida de por ejemplo Victor Jara, compositor y dramaturgo asesinado y todavía sin guión.